jueves, 7 de octubre de 2010

Medios masivos de desinformación

La señal de noticias Telesur se crea en 2005. Cinco años después, grupos de empresas de medios aún no lo incluyen en sus grillas. Un texto escrito por Eduardo Galeano siete años antes de la aparición de Telesur arroja algo de luz al asunto.


La guerra fría ha quedado atrás. Con ella, el llamado mundo libre ha perdido las justificaciones mágicas que hasta hace poco promocionaba la santa cruzada de Occidente contra el totalitarismo imperante en los países del Este. Ahora, está resultando cada día más evidente que la comunicación manipulada por un puñado de gigantes puede ser tan totalitaria como la comunicación monopolizada por el Estado. Estamos todos obligados a identificar la libertad de expresión con la libertad de empresa. La cultura se está reduciendo al entretenimiento, y el entretenimiento se convierte en brillante negocio universal; la vida se está reduciendo al espectáculo, y el espectáculo se convierte en fuente de poder económico y político; la información se está reduciendo a la publicidad, y la publicidad manda.

Dos de cada tres seres humanos viven en el llamado Tercer Mundo, pero dos de cada tres corresponsales de las agencias de noticias más importantes hacen su trabajo en Europa y en los Estados Unidos. ¿En qué consisten  el libre flujo de la información y el respeto a la pluralidad, que los tratados internacionales afirman y los discursos de los gobernantes invocan? La mayoría de las noticias que el mundo recibe provienen de la minoría de la humanidad, y a ella se dirigen. Eso resulta muy comprensible desde el punto de vista de las agencias, empresas comerciales dedicadas a la venta de información, que recaudan en Europa y en Estados Unidos la parte del león de sus ingresos. Un monólogo del norte del mundo: las demás regiones y países reciben poca o ninguna atención, salvo en caso de guerra o catástrofe, y con frecuencia los periodistas que transmiten lo que ocurre, no hablan la lengua del lugar ni tienen la menor idea de la historia ni de la cultura local. La información que difunden suele ser dudosa y, en algunos casos, lisa y llanamente mentirosa. El sur queda condenado a mirarse a sí mismo con los ojos que lo desprecian.

A principios de los años ochenta, la UNESCO patrocinó un proyecto, nacido de la certeza de que la información no es una simple mercancía, sino un derecho social, y que la comunicación tiene la responsabilidad de la función educativa que ejerce. En ese marco, se planteó la posibilidad de crear una nueva agencia internacional de noticias, para informar con independencia, y sin ningún tipo de presión, desde los países que padecen la indiferencia de las fábricas de información y de opinión. Aunque el proyecto fue formulado en términos más bien ambiguos y muy cuidados, el gobierno norteamericano tronó de furia ante este atentado contra la libertad de expresión. ¿Por qué tenía que meterse la UNESCO en los asuntos que pertenecen a las fuerzas vivas del mercado? Los Estados Unidos se fueron de la UNESCO dando un portazo, y también se marchó Gran Bretaña, que suele actuar como si fuera colonia de la que fue su colonia. Entonces, se archivó la posibilidad de una información internacional desvinculada del poder político y del interés mercantil.

Por tímido que sea, cualquier proyecto de independencia puede amenazar , en alguna medida, la división internacional del trabajo, que atribuye a unos pocos la función activa de producir noticias y opiniones, y atribuye a todos los demás la función pasiva de consumirlas.


Eduardo Galeano
Patas arriba: La escuela del mundo al revés  (1998)

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